martes, 15 de junio de 2010

No me propuse a ser la sombra de nadie
y lo fuí.
A veces me escapo en la inmensidad de esta ciudad.
Y ¿Sabes qué?
Se eriza mi piel y entre tanta gente, lo único que hago es mirar de aqui,
como diminuto, al cielo inmenso, porque sé que en algún lugar tu haces lo mismo.
Y entre tanto calor
me engento.
Y con el viento poderoso que atormenta y para en mi cara.
Mis lágrimas se caen.
Mi cuerpo se debate y mi mente se colapsa.
¿Has tenido alguna ves ésa sensación?
No es que hayas vivido lo suficiente.
Para saber amar se necesita tener corazón.

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