domingo, 8 de febrero de 2009

Un Amante

Uno de los grandes pros de tener un amante bajito, es que es más manejable en la cama, aunque sea en ocasiones, también, más escurridizo y nervioso, como una lagartija. Sin embargo, sobre todo si tu rol es activo, un bajito es práctico como una mochila, agradecido y ‘agradecible’ como una mascota, entrañable como un muñequito de felpa, o se me antoja así a mí.


El amante perfecto no existe, y el ideal de belleza acaba siendo variable según nos pille el ánimo, o la edad o caminando un día por la calle, que nos viene de frente un despistao preguntándonos por no sé qué, y se nos emboba la boca ante semejante inesperada epifanía erótica. Así que, aunque te gusten rubios, altos , de repente, por qué no, un moreno de 1’75, delgado con culazo y labios chistorrudos pasa a ser cabeza de cartel de tus fantasías. Es que comer siempre pasta no conviene, y un día, pruebas las ostras, que te tiraban para atrás sólo por el olor, y estás tres meses comiendo lo mismo.


Pues bien, yo era de pasta, y lo sigo siendo, pero siempre que pude me apliqué la frase hecha ‘En la variedad está el gusto’, y un bocadillo de sardinas, lo alterné con una ensalada de pepinos, y el sushi de atún con solomillo a la pimienta y luego un revuelto de habas y champiñones en salsa de vino. Asi hasta perder el miedo a probar hasta lo platos más exóticos. Se vive una vez de este modo, así gays y con rabo, quiero decir (quien sabe la próxima vez). Así que fuera ascos y remilgos, ¿no creéis?


Hubo un tiempo, no hace tanto, que un bajito me hizo tilín, y anduvimos tocando las campanas durante más de un año porque sin saber ninguno de los dos qué andábamos buscando tras salir ambos despedidos de sendos camiones de mercancías cuando menos lo esperábamos, no teníamos más ambición que encontrar a alguien que nos diese morbo y dar botes en la cama, hasta acabar con agujetas en el pubis. El tipo era filipino, veinteymedios, piel dorada, nariz recta y corta y ojos de haber roto vajillas completas, pelo duro y culo suave como un melocotón tostado. Se llamaba Ma Le, y me hizo saber justo lo que ando diciendo aquí: Que los pequeños pueden ocupar un gran espacio.


Ma Le era como el Platero de Juan Ramón Jiménez, pero duro y pelón: Pequeño, suave, ojos azabache como dos escarabajos de cristal, pero también por aquello de ‘lo dejo suelto y se va al prado’ y ‘viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal’ Y es que Ma Le era la polla.
Cada vez que nos veíamos, estábamos los dos muertos de ganas. Si nos encontrábamos en su casa, era tocar el timbre y abrirse la puerta y jalarme hacia dentro sin habernos dicho ni buenas. Si era él quien venía a la mía, se me lanzaba encima, ‘enmonándose’ como un tití, y entre que yo iba tentando escalones, y él se apoyaba de algún modo sobre el barandar, subíamos comiéndonos escaleras arriba sin perder el equilibrio hasta la habitación, en donde en una ocasión y media, con tanto meneo frenético, se me cayó de la cama. Su tamaño perfecto hacía que darle la vuelta fuera tan simple, como complicado se hace a veces que dos tipos de metro ochenta se deslíen de piernas, como dos mantis religiosas con las patas desaforadas. El filipino era sin embargo como una hamburguesita caliente, manando jugo mientras se daba vuelta y vuelta, hasta acabar los dos como dos maniquíes de dibujante con las articulaciones descojonadas, bañados en el otro, boca arriba. A veces se me quedaba dormido, otras, mientras me adormilaba yo, encendía la tele a ver dibujos animados.


A veces, el tipo ideal traspasa el umbral de tus sueños y se mete en tu cama y acabas preguntándote si ser buen amante es como el talento, que o lo tienes o careces de él por completo, porque hay tipos que para cromo quedan geniales, pero en el amor son para darles palmaditas compasivas en la espalda. Otras veces, sin embargo, cambiando tu criterio de elección, nadie como aquel ‘enano’ te hizo más feliz, aunque tampoco te dejó más agotado con aquel puñetero ‘cascabeleo ideal.’ Y es que lo que hace grande o pequeño un vicio no es la apariencia sino el abuso. Va a ser que no hay vicios pequeños, ¿eh?

1 comentario:

bad boy dijo...

Estuve leyendo algunos de tus blog y a decir verdad son bastante buenos...
Me decidi comentar en este ya que me llamo la atencion un poco mas.
A veces un buen amante puede hacerte suber y bajar de las nubes, como tambie puede hacer que veas la luz...
pero, que pasa cuando el amor de tu vida, no es tan fantastico como el bajito de tu blog, y eso no importa. No importa que sea un 0 en la cama, si toco tu alma con otras cualidades...
Qué pasa, si despues que se marchó de tu vida, aun le sigues extrañando?
Será interesante averiguar y escribir sobre este punto.
Seguire leyendo tus blogs y comentando, escribes muy bien y ademas tienes ese magnetismo que hace querer seguir leyendo mas.
Saludos.